
Sin embargo, nunca pude desprenderme de él y por alguna razón él tampoco pudo. Si bien (él decía que) no funcionábamos juntos, nos llevábamos muy bien y nos hacíamos falta (aunque solo fuera sexualmente). Sí, a veces sentía placer cuando me daba cuenta de que era su amante y que estaba engañando a su novia. Sí, tengo que admitirlo. Es decir, no me gustaba mi posición, pero qué bien se sentía ser la elegida. Qué bien saber que no amaba a su novia, qué bien que no tuvieran buen sexo (¿por qué otra razón volvería a mí?).
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